domingo, 17 de mayo de 2009

Entre el acoso y el juego

No se sabía ni cómo ni porqué pero el hecho es que de repente y sin venir a cuento se formaba el pasillo. Quizá lo provocara un comentario o alguien a quien le apetecía compartir su merienda. Mira tu por dónde hoy vamos a repartir galletas! Manos levantadas y sonrisas de oreja a oreja. Y eras lo suficientemente rápido para formar parte de él o pasabas a ser víctima. Así de fácil. Dos bandos. Los que daban las collejas y los que las recibían. Una fracción de segundo y tu capacidad de reacción marcaban cual era tu lugar. Vencedores o vencidos. Porque una vez que la bestia sinuosa tomaba forma ni te dejaban acoplarte ni había escapatoria. Si tus palmas no apuntaban al cielo esa vez te tocaba infierno. Sabías que la columna no se deshacía hasta que todos hubieran pasado. Rara vez los niños tienen tanta paciencia para esperar como cuando se formaba aquel maldito pasillo. Y el sin sentido era organizado. De uno en uno y en riguroso orden. Hasta para eso éramos pardillos. Una desbandada masiva podría haber hecho que alguno se escapara de pillar. Pero en aquellas lides tomabas las de Villadiego sin mirar atrás. El último, por favor. Nooo ... si va por número. Ah, gracias. Creo que ya me toca a mi. Tomabas aire, medías la longitud del pasillo y posicionabas mentalmente a aquellos dos o tres que sabías que daban con más ganas. A veces el animal aparecía cuando llevabas colgada la mochila pero nunca la usabas para protegerte porque sabías que si lo hacías volaban las patadas. Tres. Dos. Uno. Adelante. Bum, zaca, plas, plas. Venga que ya llevo la mitad. Placa, placa, plassss. A la derecha, que Toni da fuerte. Ziuu, casi. Plas, plas. Vale!! ya estoy fuera. Como un rayo. Jamás volvías a correr tan rápido como entonces. Estoy seguro que a Usain Bolt le hicieron muchos pasillos de pequeño.
Estas cosas siempre existieron. Eran juegos. Unas veces te daban y otras te tocaba dar. No se si hoy lo llamarían acoso. O bullying. Que últimamente parece que usar la nomenclatura de los hijos de Albión le da como más caché. Cosas de crios. Donde nunca llegaba la sangre al río. Hoy pasa esto y sales en la cabecera de la mitad de los telediarios. Y tampoco es eso, señores.

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