martes, 5 de mayo de 2009

A todas las madres

Recientemente fue el día de la madre. Lo más obvio y fácil sería alabar y recordar las virtudes de todas aquellas madres, incluida la mía, sufridoras innatas que incondicionalmente permanecen a nuestro lado desde la gestación de nuestras vidas hasta el final. Es lo más obvio pero además es lo más justo. Y podría contar una retahíla de historias y anécdotas (que seguro que todos tenemos) en las que quedarían patentes sus dotes de superhéroe, heroína en este caso (que es lo que se deben meter para aguantar lo que aguantan), que dejarían a todos los personajes de la liga marvel en el sitio que se merecen. A la altura del betunete. En una pelea entre batman y una madre... ¿quién ganaría? La madre, sin duda. Y entre una madre y otro superhéroe menos gay, también. Nada personal Bat, majete, pero este rollo que te llevas con Robin no es normal, tio. Pasanaaaada. Y es que una madre es capaz de hacer que la Masa se lave detrás de las orejas. Y sin chistar, eh?... que no hace falta ponerse histérico. Con un par. O que Lobezno se corte las uñas y el pelo. Aféitate, que pareces un hippie. ¿Ves que guapo?... así, arreglaíco. Así te pillará alguna mujer de provecho y no las lobas esas con las que andas siempre. Porque ese instinto primitivo, brutal y esencial que las define puede mover montañas y machacar sin piedad aquello que se les ponga delante cuando la protección de sus cachorrillos entra a formar parte de la equación del juego. Y los hijos somos conscientes. Nada nos enerva más que nos mienten a la madre. A pesar de que les tenemos que aguantar estoica y repetidamente ese "¿qué no comes, que estás muy delgado?". Sí, no son perfectas pero... ¿a quién le importa?.

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